jueves, 29 de noviembre de 2007

Fachos, focas y revolución.

Coño, panas, yo no entiendo si es que a mí ciertas vainas me dejaron impresiones muy fuertes o si quedé sicoseado, pero la diferencia entre los coñazos del 27F89, 4F y 27N del 92 respecto a lo que pasó en abril y diciembre 2002 no puede habérseles escapado.
Los tres primeros eran pueblo o militares del pueblo arrechos y tratando de tomar el poder a los coñazos de la forma en que las toma el pueblo llano, con extrema rudeza y ruptura de las reglas, mientras que el 11 de abril 2002 fue una suerte de bailoterapia marchante idiotizada, odiotizada y sifrinoide utilizada por cuatro gatos que se peleaban y aún pelean por el reparto del poder.
De lado y lado parece que no se entiende que lo único que ha evitado que esa turba enfurecida por el desprecio, la negligencia y la burocracia se lance nuevamente a la calle a tomar lo que considera que es suyo por derecho es la esperanza que tiene depositada en la figura de Hugo Chávez.
El 13 de abril fue (y lo dice un carajo que escupe cada vez que pasa frente a una iglesia: yo) un milagro: el pueblo salió a la calle a reclamar que le regresaran a su presidente, y tuvimos mucha leche de que todo fue pacífico y con alegre y feliz final, porque el ambiente era el de "vamos a matá esta culebra de una".
Otro detalle sobre el cual nadie se detiene a elaborar mucho es que el proceso revolucionario (que no el gobierno: a ese, exceptuando a Chávez y a un grupo relativamente pequeño de cuadros con la solidez ideológica necesaria, le falta mucho para merecer tal denominación) apoya los procesos electorales sólo porque se sabe mayoría: lo que no se dice es que si el acto burocrático que representa el proceso electoral nos fuera adverso nos tocaría tomar el poder, o conservarlo, de cualquier manera posible, lícita o no.
¡HORROR!, chillarán en coro los "demócratas" citando el articulado violado por esta afirmación, esa sarta de güevones que creen que las revoluciones se "permisan" y legitiman por medio de documentos y extensas argumentaciones de leguleyos encorbatados o togados, con sus "considerandos" y sus "resuelve".
Claro, se pretende adoptar algo parecido a la actitud anglosajona al conducir y suponerla aplicable al tránsito caraqueño o maracucho, ese ícono de la anarquía en la que los fiscales son algo así como "penalizaciones" al azar en un juego de Monopolio y los semáforos son equivalentes a luces navideñas.
No, compas, la realidad es otra. Toda esa estructura delicada y bucólica de interrelaciones "educadas" en la que sales en la mañana a comprar el pan, la leche y el periódico es solo un parapeto, una frágil semblanza de orden que está amenazada desde la derecha y desde la izquierda. Un caracazo la vuelve mierda en segundos, y te obliga a repensar esa Disneylandia que vivimos hoy en términos más realistas.
Pero esta vaina no la entienden los fachos embrutecidos por Alberto Federico, afanados en armar guarimbas cada vez que Chávez o el destino suelta un peo, ni los burócratas buchones que se visten de rojo en esas mismas ocasiones.
No nos ven. Los fachos creen que nos vamos a calar sus impertinencias, los rojipintos de la administración pública creen que tenemos paciencia para soportar las colas que formamos para reclamar lo nuestro.
Quinientos años dejaron la percepción de que las palabras "Justicia" y "Ley" son sinónimos. Nos marcaron como pueblo, nos castraron la rebeldía. Llegamos a un establecimiento público y, al ver la cola, nuestra primera reacción es preguntar al usuario más probable: "¿Usted es el último?", para ponernos mansamente detrás de éste, en vez de parar un peo por la ineficacia que motiva la cola.
Nos debatimos entre un grupo de babosos que escucha con ojos extáticos a esa caricatura del fascismo llamado Peña Esclusa hablando desde un altar y otro grupo de autómatas que acuden a las charlas de los pico'eplatas desgranando las elucubraciones de Marx, Engels y Trotzky con superioridad académica y marcando territorios inviolables de pureza seudorevolucionaria... y nos preguntamos si estos coños viven la misma realidad que nosotros, esa que cualquier carajo con los ojos abiertos percibe, que es que estamos en un precario equilibrio y que a la primera sacudida vamos a escoñetar el sistema, vamos a ir a agarrar a Chávez y decirle "Sacúdete de encima a esta pila de ñeros jalabolas y gobierna CON nosotros", sin pararle mucha bola a los formalismos que ese ejército de leguleyos encorbatados vividores de la teta pública han construido para mantenernos alejados del poder.
Digo yo.
Franco Munini.

lunes, 26 de noviembre de 2007

La verdad con testigos.

Alvaro, chico, te luciste.
No por esa muela con que nos saliste ayer a gaguear sobre tu rollo con Hugo. A ese verbo incoherente le caemos luego. Te luciste con la creación de una nueva modalidad de la comunicación a la que mentaste "la verdad con testigos".
Academias, próstrense ante la nueva verdad. Habló Álvaro, lúcido prócer de la turbia guerra entre "los colombianos de bién" y "los tipos", esos malucos paisanos tuyos a los que no les quieres reconocer el carácter beligerante.
Claro, dirás, esos "tipos" mataron a papi. Les tienes una arrechera personal. ¿No te parece que ese precedente te excluye de cualquier juicio en este tema por el concepto de conflicto de intereses?
No, paisa, no me salgas con la excusa de que este es un rollo colombiano. Déjale esas expresiones a Aznar, que dice que el problema de Haití es una merienda de negros. Que es de consumo interno. Que "esos se jodieron".
Echemos un vistazo al futuro hipotético que te esforzaste en impedir.
El intercambio de rehenes y presos era obviamente el primer peldaño en la entrada formal de las FARC a la palestra política colombiana en un escenario de menor conflictividad y por ende de mayor debate y confrontación de IDEAS. Primer peligro para la derecha, en un continente que está pariendo una visión socialista y anticolonialista alineada con los ideales por los que murieron sus próceres.
Además, si las FARC empiezan a participar realmente en la política y se procede a la pacificación, se te cae la excusa para mantener dentro del país a la patota de bandoleros y mercenarios gringos que hoy"cuidan" a Colombia.... y garantizan el tránsito fluido de cocaina y heroina hacia las metrópolis USAmericanas en aeronaves oficiales mientras se encargan de vigilar a paises díscolos como Ecuador, Bolivia y Venezuela.
Ni hablar del ejército y los demás mecanismos paraestatales que encuentran en el filón de la guerrilla una justificación para su presupuesto y para controlar al país aterrorizando a la ciudadanía, y que se lucran con empresas de protección que institucionalizan la tristemente célebre "vacuna".
Ni hablar de las amenazas al tratado de libre comercio con los USA, que debería confrontar la oposición de un país en el cual el campesinado empezara a tener voz.
Fíjate que se perfilaba la posibilidad de saber realmente qué persiguen las FARC.
No nos sigas con el cuento que esos "tipos" sólo hacen negocios con la sangre colombiana: déjanos oír a todos qué es lo que ellos tienen que decir. Cincuenta años de guerra civil y de resistencia deben tener una explicación más convincente.
No nos sigas diciendo que Chávez falló al no tratarlos como terroristas: pídele primero a Bush que trate a Posada Carriles como lo que es. O que medie él en la liberación de rehenes y presos.
Así que optaste por seguir haciendo lo que te imponen: convertir a Colombia en otro Israel. Cueste la sangre que cueste. O en otro Afganistán, que no es muy diferente: un seguro suministro de opio y un pivote de control regional de los USA.
La verdad, Álvaro, es más verraca que esa perorata que nos lanzaste ayer. Si pretendías lavar tu honor con ese discurso incoherente, te cuento que no lo has logrado. Si pretendías enturbiar las relaciones entre nuestros países, te cuento que NUNCA lograrás separar a los pueblos, toda esta latinoamérica unida que no necesita de intermediarios como tú para comunicarse y quererse. Si pretendías hacerle un favor a la derecha venezolana en vísperas del referéndum sobre la reforma constitucional, lograste lo contrario: no tenías argumentos para distraer de su vista que este esfuerzo de Chávez era bien recibido aún en la oposición.
Recuerda: si no le permites a las bases populares expresarse en la palestra política, su única alternativa es la violencia. ¿Cómo ha de sentirse la ciudadanía ahora que por tu capricho (corrijo: no es TU capricho, sino el de los que mandan, es decir, la oligarquía y los gorilas militares que la cuidan) se le cierra, OTRA VEZ, el camino hacia la paz? ¿Cómo se sentirán los familiares de rehenes y presos?
Lo que pase en Colombia nos afecta a todos. A nosotros que somos vecinos y hermanos; a los USAmericanos en South-Central Los Angeles y otras barriadas metropolitanas marginalizadas por el tráfico y consumo de estupefacientes; al mundo obligado a calarse diariamente la dosis de violencia institucionalizada, venga de donde venga, que los medios corporativos le suministran masivamente para asegurar la permanencia del estado de paranoia colectiva con el que nubla sus decisiones diarias para que les resulte aceptable la construcción de muros, tanto los reales como los sicológicos, para mantenernos a nosotros "afuera".
Esa es la verdad con testículos, aquella en la que podías ser un colombiano verraco de veras y no otro pelele más paseándose por Nariño.