lunes, 17 de enero de 2011

Lumumba, el africano que miraba a Rousseau.

Lumumba, el africano que miraba a Rousseau.
Por: Daniele Barbieri.

Tuvieron que pasar 42 años para que Bélgica reconociera que detrás del asesinato de Patricio Lumumba hubo “algunos elementos del gobierno de entonces”. El 17 de enero se cumplen 50 años exactos de su muerte. Será recordado en muchas ciudades del Congo (una lleva hoy su nombre: Lumumbashi), así como en otras parte de África. Aún hoy su historia tiene mucho que contarnos pues el colonialismo y los saqueos del tercer Mundo nunca cesaron, sólo cambiaron rostro y métodos.

El Congo no es un país pobre, como le hemos oído decir recientemente a un periodista italiano que quizás lo confundía con el pequeño Togo o con Gabón; es uno de los países más ricos del mundo en recursos naturales. Fue definido “un escándalo geológico”: diamantes, recursos vegetales, oro, uranio (justo el que se usó para las primeras bombas atómicas), cobre, cobalto, radio, zinc, hasta el coltan que, si bien los profanos nunca lo hayan oído, mueve hoy sectores importantes de la economía global y causa guerras con millones de muertos.

Fue un gran negocio para el rey Leopoldo de Bélgica tener al Congo como “posesión personal”. En el cruce del 1800 al 1900 suman más de diez millones – casi la mitad de la población - los congoleños muertos como esclavos recolectando caucho o en la represión de las revueltas. A uno de los escritores más famosos del mundo, Mark Twain, se le hizo difícil encontrar editores para su “Soliloquio del Rey Leopoldo”, una durísima acusación. Es 1905. Tres años antes sale “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad, que cierra con la famosa frase de Kurz: “Exterminen a esas bestias”, sintetizando la misión civilizadora de la “raza” blanca. El término genocidio aún no existe, pero es a la masacre sistemática de aquellos “no humanos” a lo que se refiere Kurz.

Las acusaciones internacionales contra Leopoldo lo obligan a retroceder, o mejor a un juego de prestidigitación: renuncia a “su” posesión para cederla a Bélgica. Los genocidios continúan. Cuando nace Patricio Lumumba (el 2 de julio de 1925) las “bestias” congoleñas no tienen derecho alguno. En 1950, sólo 1500 personas de 14 millones se consideran “evolucionadas”, es decir, tienen un librito en el cual se les reconoce una especie de derechos, aún no completos. El joven Lumumba se forma en Rousseau, pero también en Jaques Maritain y en las voces del orgullo africano como Senghor. Empieza a visualizar un “Congo unido en una África unida” y ésta será luego una de sus consignas.

Inicia su compromiso político, es detenido por primera vez y en los primeros meses de 1958 se muda a la capital Leopoldville, hoy Kinshasa. Da vida al MNC (Movimiento Nacional Congoleño) que exige la independencia inmediata por medio de negociaciones pacíficas y el respeto a los derechos humanos. Lumumba es casi un desconocido cuando va a la Conferencia Panafricana de Accra, pero sale de ella como un líder. Puesto que Bélgica no presta atención, empiezan manifestaciones y revueltas en Congo. Se solicita la independencia antes de 1961 y se anuncia la “no colaboración” a ultranza. Las tropas belgas disparan: el resultado, centenares de muertos y Lumumba es condenado a seis meses en la cárcel.

Finalmente se llega al voto el 22 de mayo de 1960. Lumumba es electo y su movimiento conquista casi la tercera parte de los votos. El 30 de junio el rey Balduino declara la independencia del Congo y Lumumba es el jefe del gobierno. Ha afirmado en varias ocasiones no reconocerse en ninguno de los dos bloques, sino en el movimiento de los “no alineados".

Sin embargo las compañías mineras belgas, de acuerdo con la CIA (como consta en los documentos desclasificados estadounidenses) ya tienen preparada la secesión de Katanga, una de las regiones más ricas. La independencia del Congo se convierte en un elemento central del nuevo tablero internacional. El 14 de julio de 1960 la ONU solicita el retiro de las tropas belgas y confía a su secretario, Dag Hammarskjold, la tarea de cooperar con el gobierno congoleño. Mientras crece el caos y la CIA acelera sus acciones antes de la toma de posesión del nuevo presidente John Kennedy, de quien desconfían, Hammarskjold – después de algunos titubeos – se alinea con decisión por una real independencia del Congo. Pagará con su vida, como Lumumba, su honestidad. El asesinato de Lumumba será conocido después de un mes: las imágenes de ese hombre atado darán la vuelta al mundo. Sólo varios años después se conocerá que fueron los rebeldes, en complicidad con militares belgas, los que apalearon a Lumumba, lo remataron a golpes de bayoneta y disolvieron luego su cuerpo en ácido.

Algunos meses después le toca a Hammerskjold: el 18 de septiembre cae el avión que lo llevaba al Congo a una nueva conferencia de paz. Apenas en 1992 una investigación establecerá que hubo sabotaje, probablemente por agentes estadounidenses a cuenta de la Union Miniere belga.

No nos llegó mucho de lo escrito por Lumumba; algunas poesías y un par de discursos. Probablemente el del 30 de junio, día de la independencia, pronunciado frente al rey belga, fue el que le costó la vida: Balduino se esperaba agradecimientos y humildad, y no que se le recordaran 80 años de “trabajo agotador a cambio de salarios de hambre”, 80 años de “ironías, insultos y golpes porque éramos negros”, 80 años de tiroteos, injusticias, opresión y explotación.

Tras la muerte de Lumumba – y la advertencia a la ONU – el Congo se precipita en el caos, luego – desde 1965 – en una larga dictadura, la “cleptocracia” de Mobutu que en 32 años deparará grandes servicios (es decir, dinero) a Bélgica, Francia y USA mientras los congoleños empobrecen cada vez más.

Sólo al final de los 80 los reflectores de la prensa mundial vuelven a enfocarse por algunos instantes sobre el Congo señalando dos guerras que descalabran al país terminando por involucrar a medio continente; hay 4 millones de muertos y 16 millones más son víctimas de violaciones, hambrunas, enfermedades y desplazamientos (cifras de Amnistía Internacional). En el “corazón de las tinieblas” son los nuevos Kurz los que manejan los hilos. Los reportes de las Naciones Unidas (sólo parcialmente develados) señalan en la guerra por el coltan, financiada por las compañías occidentales, las verdaderas razones de esta tragedia que los medios prefieren no contar.

En el 2006 regresa algo de paz al Congo y por fin se convoca a elecciones, pero parece sólo una tregua: en las zonas mineras siguen los choques y sobre todo la explotación. El Congo es cada vez más pobre porque sus riquezas son saqueadas sin tregua.

Respecto al “mea culpa” antes citado por parte del gobierno belga, es importante señalar que se dió sólo por presión de la opinión pública, chocada primero por el film “Lumumba” (en Italia tuvo muy poca circulación) del director haitiano Raoul Peck, y luego por un libro de Ludo De Witte que, a partir de documentos desclasificados, ha establecido las responsabilidades de las compañías mineras y los poderes políticos de la época.

Frantz Fanon, un gran intelectual caribeño de nacimiento y argelino por elección, había escrito: “si África fuera representada como una pistola, el gatillo estaría en el Congo”. Una profecía que se tornó realidad para Lumumba y continúa pesando aún 50 años después.


Fuente:

http://www.liberazione.it/news-file/Lumumba--l-africano-che-guardava-a-Rousseau---LIBERAZIONE-IT.htm


Traducido por Franco Munini.

domingo, 9 de enero de 2011

Chávez bajo la prensa.

Recuerdo una reseña policial en TV hace ya tiempo (debe haber sido antes de la partición de aguas: no le echaban la culpa a Chávez). El asunto fue más o menos así: sale el carajo de pagar cana y va pa' la casa 'e la que era mujer de él, pero resulta que la jeva tiene nuevo marido y de una lo mandan pa'l carajo, así que en la noche regresa, tranca todas las salidas del rancho, lo riega con gasolina y le pega candela, quemando vivos a la ex, a sus 5 (¡cinco!) hijos y creo que al rival también.
Ya camino a otros años de oscuridad carcelaria le preguntaban - esas preguntas estúpidas ante la monumental evidencia - qué motivo le había llevado a cometer semejante atrocidad.
El hombre habló claramente, mirando al vacío y sin emociones, con total lucidez. "Con los sentimientos no se juega" , dijo; "a mí no me van a vacilar".
Verga. Ese carajo se debe haber ganado en ese momento el respeto necesario para sobrevivir en esos antros de ocio tenebroso que lo esperaban.
Si eso llega a pasar hoy segurito que algún hablapaja le encuentra la bisectriz que señala a Hugo como el culpable. Cuidado y no protegen al homicida elevándolo a víctima del "discurso de odio que emana de Miraflores" y van a la OEA a llorarle al otro gafo.
Esas son las vainas que uno no entiende. ¿Cómo es posible que la prensa prefiera perder todo vestigio de credibilidad con mentiras evidentes antes que unirse a una campaña de adecentamiento de la carrera periodística?
Lo vemos todos, lo vemos todos los días... y algunos van y dicen "¡Dictadura!".
Ahoritica mismo veíamos a Chávez suprimiendo las libertades civiles de unos damnificados, a quienes (¡horror!) le hizo entrega de viviendas equipadas. Ayer o antier violaba los derechos humanos de unos niños entregándoles juguetes. El déspota persiguió a otros ciudadanos proveyéndoles alimentos y masacró con medicinas gratuitas a unos cuantos centros de salud. El estalinismo presidencial permitió que la oposición tuviera representación parlamentaria, alguno de cuyos miembros, sometidos a crueles torturas, pudieron gritar a los cuatro vientos en esta gran cárcel que las atenciones a los damnificados esclavos de los plataneros y ganaderos del sur de lago serán respondidas con desabastecimiento democrático de leche y carne; otros se limitaron a proponer a un asesino para la directiva del parlamento o a invocar la desobediencia de los militares.
Sin ir más lejos, el fuhrer participó anoche en un conversatorio con diversas organizaciones populares a las que oprimió atrozmente aprobándoles la posesión temporal de tierras y recursos para la construcción de viviendas. Otra vileza del régimen totalitario es la que se apresta a reubicar a los refugiados que ocupaban temporalmente las instalaciones educativas, con la excusa del reinicio de clases.
Y eso es aquí, delante de nuestros ojos. Allá afuera necesitan el otro guión, el de consumo internacional que denuncia ante el mundo el medio millón de periodistas y disidentes perseguidos y asesinados cada día por los esbirros del ególatra, o el tráfico de coca y plutonio y las amistades con el eje del mal. Hezbollah y Alqaeda se turnan con las FARC y los etarras en las escalinatas del palacio de gobierno, mascando coca mientras afinan sus planes de ataque a las democracias del orbe.

La brutal supresión de libertades civiles hace difícil cuantificar las desapariciones forzosas, con algunas excepciones que el régimen no ha podido ocultar, entre ellas el analfabetismo y las tres cuartas partes de la pobreza extrema. La censura total y la persecución a la libertad de expresión ocupan los titulares y las portadas de los numerosos periódicos de oposición nacionales; están, pues, todos los días a la vista de todos. Si faltara más, las radios y las televisoras repiten ese mismo mensaje cada día, alarmando a las honorables organizaciones internacionales con su estridente alarido.

La población padece los embates del descenso de los niveles de desnutrición y de la mortalidad infantil. La nación agoniza con el acceso universal a la educación y a la atención médica primaria; gime la democracia en cada uno de los numerosos procesos electorales en los que se convoca a la ciudadanía aterrorizada a ejercer su derecho. Se ha rumorado la abominable práctica de aumentar el número de centros de votación y agilizar los trámites para la obtención de los documentos de identidad, una manera horripilante de obligar a los ciudadanos, especialmente los menos favorecidos, a materializar sus derechos civiles y políticos a través del voto.

Peor aún, el gobierno no ceja en sus pretensiones de ayudar a paliar los efectos de los recientes desastres naturales. Insiste en abrir refugios para desalojar a los ciudadanos que viven en zonas de riesgo, obligándolos a aceptar viviendas equipadas con todos los enseres necesarios y cerca de las escuelas para no interrumpir la indoctrinación de los niños en las insidiosas áreas del saber. El empeño del régimen en lo referente a los problemas de la vivienda precaria y el déficit acumulado de viviendas lo ha llevado a solicitar poderes especiales que pretenden sobrevolar los obstáculos que la oposición política necesita imponerle para evitar que se gaste tanto dinero en atender a los estratos sociales menos favorecidos y para minar la popularidad presidencial que ello acarrea.

Eso somos bajo el yugo de la prensa. Las “verdades” se amoldan para uso de algunos y consumo de otros en un circo surrealista que crea universos paralelos: allá el bienestar del capitalismo y su libertad – sólo de mercado – y acá la lucha de quienes escogemos cuál libertad nos conviene a todos. Obvio que quieran levantarnos muros, reales y virtuales: estas realidades tropicales son demasiado subversivas para esos gustos templados.

La crudeza del relato que abre este artículo es mucho menos cruel que la que nos impone la prensa. Los comunicadores deben reflexionar sobre el papel que asumen frente al público al hacerse eco de la línea editorial antes que caja de resonancia de los clamores populares, so pena de escuchar las palabras del personaje; con los sentimientos no se juega, no nos van a vacilar.


Franco Munini. muninifranco@gmail.com