La reacción de la izquierda tras la deportación del director del portal ANNCOL merece un análisis por parte de los estudiosos de los procesos comunicacionales. El espectro de opiniones (diviértase tecleando "becerra anncol chavez" en un motor de búsqueda) es claramente adverso a la decisión del presidente Chávez, y los matices iban desde la decepción por "la entrega de un militante", pasaron (antes del "fait accomplí") por múltiples solicitudes de no enviarlo a Colombia hasta concentrarse en criticar el supuesto pragmatismo que motivó ese "recadito" del barinés a su homólogo Santos para congraciarse la red de intereses comerciales entre ambos países. Y, claro, no faltaron las predicciones sobre desenlaces trágicos para el "sueco" apenas cayera en manos de la parajusticia neogranadina.
En ese deslave de críticas se aprecia la misma tendencia que propicia la desafección de los pueblos en lucha cuando sus líderes se atreven a conciliar con sus contrapartes de similar nivel y diferente posición política. Pareciera que la ortodoxia y el fundamentalismo ideológico no lograran madurar un proceso de adecuación coherente con la realidad histórica y geopolítica que le permita ser vehículo adaptable para el tránsito a una sociedad más justa.
La percepción de que algo similar haya producido lo que vemos en Libia nos refresca la memoria sobre las nuevas políticas diseñadas por la subsecretaria del departamento de estado USAmericano, Michèle Flournoy, quien afirmaba que en futuro las relaciones internacionales "vendrán en sabores variados". Es decir, libretos adaptados a cada caso y país, programados en cronograma, con opciones a la medida de los acontecimientos, con personas claves a ser utilizadas para alcanzar objetivos específicos.
La sospecha de una maniobra de esta naturaleza exige atención. Un periodista que se ha visto forzado al asilo en Suecia no puede desconocer el aprieto diplomático en el que colocaba al gobierno venezolano al aterrizar en Maiquetía. Los nexos que la justicia colombiana le atribuye con las FARC son credenciales que le llevaban directo a un tribunal colombiano, más aún en esta etapa de reconstrucción de relaciones tras el desastre dejado por Alvaraco. ¿Para qué venir ahora, justo cuando se espera la extradicción del narco Makled para que rinda cuentas ante la justicia venezolana? ¿Ignoraba que Venezuela ha cumplido cabalmente su acuerdo recíproco con Colombia en materia de extradicciones, aún cuando Colombia nos debe todavía la entrega de Carmona el Breve?
Otra fuente de sospechas es la libertad que los territorios y aeropuertos europeos le dieron al tránsito de un personaje solicitado por la justicia internacional. ¿Alertó el gobierno sueco a su asilado sobre los riesgos a los que se exponía al abandonar el asilo? ¿Sabía el gobierno sueco de los movimientos de su protegido? ¿Asumirá las medidas necesarias para garantizar que al detenido no se le trate diferente de como deberían ser tratados TODOS los ciudadanos del mundo ante la ley?
Es poco factible que la vida del director de ANNCOL corra peligro después de la visibilidad que le han dado los medios. Santos, que viene de ese ambiente, no puede permitirse el error de dañar su imagen silenciando al detenido o poniéndolo en peligro. Y eso también lo sabe Chávez, que ha sabido surfear e incluso ha auspiciado la ola de popularidad de su par colombiano a pesar de sus respectivas diferencias ideológicas... y de las críticas que ello produce en las izquierdas.
No se quiere aquí acusar tajantemente al detenido de ser ficha de un plan imperial; había venido antes, así que pudo haberse creído libre de riesgos. Tampoco se le quiere culpar a priori de los delitos que la justicia colombiana le atribuye; a pesar de la carga histórica en su contra, el pueblo colombiano necesita que sus instituciones funcionen y sean respetadas, y ésta es una ocasión de oro para que ello ocurra a la vista del mundo. Igual que en Venezuela, las emancipaciones necesitan un estado formal dentro del cual se vaya construyendo el sujeto con derechos reales a quien se le pueda transferir el poder que ese mismo estado le secuestró. Ese tránsito requiere la forzosa convivencia del sujeto/pueblo en liberación con las instituciones que le oprimen.
Si la estatura moral de la nueva víctima de la justicia burguesa es la que nos pintan, no tardará en ser él mismo quien se encargue de asumir su rol como testigo y/o mártir necesario en el proceso de liberación popular. El proyecto de una patria grande requiere de pueblos uniéndose, y para ello debe existir armonía, formal e informal; por eso es que el gobierno venezolano no puede caer en la trampa diplomática que este incidente podía generar. El consenso sobre revoluciones pacíficas en el vecindario obliga a las FARC a replantear sus objetivos y acciones de forma que puedan volver a presentarse con garantías a la arena política, lo cual descarta represalias contra la revolución bolivariana.
Nada de esto garantiza protección frente a la maquinaria de guerra imperial. Pretender obtener mayores o mejores niveles de popularidad o simpatía ante los ciudadanos del engendro que llamamos Primer Mundo no depende tanto de lo que hagamos nosotros; la imagen que el mundo tendrá de nosotros será la que decida e imponga Corpomedia, como arma de guerra y operaciones sicológicas del imperio, cuando a éste se le antoje apropiarse de nuestros recursos, como quedó demostrado ya con las atrocidades que comete la OTAN en Libia, en Siria y en Irak, Afganistán o la ex Yugoslavia. Guerras de ocupación enfocadas y creadas por los medios desde un ángulo que las hace no ya sólo necesarias, sino hasta deseables para un público "suyo" previamente acondicionado, manipulado o indiferente.
La importancia real de este gesto de Chávez está en que demuestra la intención real de construir entre todos nuestras relaciones Sur - Sur por encima de las intransigencias del dogmatismo, levantando nuestra capacidad de unirnos y trazarnos metas colectivas comunes basadas en el respeto mutuo a nuestras instituciones. En esa interconexión de pueblos es donde radica la única esperanza de resistir las dentelladas del imperio, que para hacer su labor más fácil nos necesita más desunidos; en esa dirección apuntan las estrategias que crean cizaña entre las izquierdas y entre los pueblos, y en esa dimensión es en la que hay que valorar las relaciones formales entre vecinos.
Vale pues la frase que titula este texto como recordatorio para los guerrilleros del teclado y los puristas más ortodoxos, aquellos que quieren la revolución en paquetitos de regalo a la medida y al gusto: un presidente que logra que su país sea percibido entre los cinco mejores a nivel de satisfacción de las necesidades del pueblo tiene el deber de tomar decisiones incómodas todos los días, decisiones que generan toda gama de respuestas. A estas alturas sabe que ante ciertas reacciones lo único que queda es imitar al personaje que causó el rollo : hacerse el sueco.
Franco Munini. muninifranco@gmail.com
viernes, 29 de abril de 2011
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