Nota: Escribí este artículo pocos días después del referéndum convocado por la oposición el 15 de agosto del 2004 para revocar el mandato presidencial de Chávez y cuyos resultados lo ratificaron indiscutiblemente en el cargo con el apoyo de la mayoría del pueblo venezolano. Los opositores, nariceados adrede por sus líderes a dar por inevitable la victoria de su propuesta para sacar a Hugo del gobierno, no estaban preparados para semejante derrota. Ese era el plan "B" de los reaccionarios: la esperanza de un estallido violento de descontento escuálido que degenerara en el caos. No les funcionó, y encima les dejaron el descontento.
La similitud con lo que pasó el 7 de octubre 2012 no es coincidencia.
EL SINDROME FRAUDIANO.
27agosto2004.
Los Palos Grandes en estado de shock. Altamira, La
Castellana, El Marqués, Las Mercedes mudas de estupor. Así también La Tahona,
Alto Prado, Cumbres de Curumo. Desde La Urbina hasta Chacaito, desde Chuao hasta
Macaracuay, sobre esa Caracas neorica y sifrina fluctúa lúgubre un espíritu
fantasmal; ánimas en pena, sombras y cascajos vacíos buscan consuelo en compañía
de afligidos vecinos, cómo pudieron atreverse a hacernos algo así, mascullan,
nos vendieron, después de todo lo que hicimos, nos robaron la esperanza, ahora
qué hacemos,...luego los arranques iracundos, las exclamaciones atorrantes, la
búsqueda del culpable, el chivo expiatorio sobre quien proyectar su rabia en
venganza por la afrenta sufrida, por la ilusión mediática perdida.
Y, nunca lejos, un televisor, un periódico desde
donde la frustración les es nuevamente inyectada con retorcidas elucubraciones
sobre como el NO es SI y lo blanco negro, lo justo es negado y el cretino de
turno profiere vanas amenazas sobre las cenizas del hecho consumado, esa maldita
e irrefutable realidad que ratifica que ese zambo castrocomunista y sus hordas
de niches ganaron.
¡Mentira!, exclama furibunda la sociedad civil.
Las cacerolas reciben renovado castigo...nada. Un reconocido chavista profana el
sacro territorio: carreras tumultuosas para drenar sobre el subhumano el odio y
la frustración acumulados tras años de tortura mediática, pero aún así no se
altera la verdad, a pesar de las contradicciones de noticieros que con piruetas
neo-goebbelianas tratan de mantener viva una rebeldía que increíblemente no es
percibida en su bochornosa, apoteósica y aberrante ridiculez.
Los opinadores de
oficio descuartizan reputaciones sin miramientos, elaborando sobre las oscuras
motivaciones que mutaron a los que antes eran íconos de moral salvadora en seres
despreciables e indignos de respeto por el solo hecho de avalar lo que la
democracia, los números, los hechos, las comprobaciones y auditorias indican ser
la contundente realidad: Chávez se queda.
Momento propicio para los sicólogos sociales, los
estudiosos de la comunicación y la propaganda, los investigadores de la nueva
era de la guerra, esa que se libra dentro de lo más íntimo del ser humano: su
conciencia. Venezuela es conejillo de indias para un perverso experimento de
manipulación colectiva que utiliza una poderosa infraestructura comunicacional
para inocular selectivamente mensajes y contenidos a una población inerme y
adicta con el fin de producir respuestas conductuales específicas: la
experiencia acumulada por los mercenarios de las ciencias sociales y la
mercadotecnia está ensayando con nosotros sus elaboradas toxinas subliminales al
servicio de la fría maquinaria del gran capital.
El síndrome del fraude es uno más de sus éxitos:
duele constatar que personas con dos dedos de frente, con estudios, con amplios
recursos intelectuales y culturales se dejen arrear en contra de la lógica a
subvertir la paz ciudadana, renunciando a la tranquilidad sicológica de la
aceptación razonada de la realidad para convertirse en el hazmerreír
internacional; duele percibir la atmósfera conspirativa a la que convocan las
asambleas vecinales para cocinar la tesis que altere la regla democrática con
subterfugios plagados de imbecilidad jurídica; duele oír todavía expresiones de
intolerancia, fascismo y segregación que creíamos enterradas en el cofre de la
historia.
Sobre todo, duele que un esfuerzo colectivo de paz
tan ejemplar no produzca el esperado efecto de enterrar el hacha de guerra, con
lo que se prolonga la agonía del parto del proceso revolucionario venezolano,
tan necesitado de una oposición seria y responsable, síquicamente equilibrada
para compartir la tarea de construir un futuro mejor para todos.
Ing. Franco Munini.
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