A principios de octubre 2010 se produjo un evento particular en el mundo de los blogueros locales: en un acto público Hugo Rafael hizo numerosas referencias a un artículo publicado por Reinaldo Iturriza en su blog "saber y poder" y lo invitó a seguir en la línea del análisis.
Me alegró ese reconocimiento público e inesperado al esfuerzo que hay tras las contribuciones, debates y propuestas que se hacen a través de los artículos y comentarios que escribimos en los blogs.
La respuesta de Reinaldo fue el artículo "Repolarizar", en su blog:
http://saberypoder.blogspot.com/2010/10/repolarizar.html
al cual hice el comentario que transcribo a continuación.
¿Repolarizar? Bien, veamos: Hugo lee tu artículo el sábado, lo menciona
el domingo, te entrevistan el lunes en VTV y a esta hora del jueves los
comentarios eluden el abordaje del tema. Yo esperaba ver más público
luego de esa propaganda. La lógica supone que este debate podría y
debería ser seguido por el presidente, así que yo no me pelo ese boche.
He
tratado de entrarle al asunto desde varios ángulos. La palabrita
empieza con el prefijo "re" que suena a hacer algo que ya fue hecho;
rehacerlo no porque necesitas más de uno sino porque por alguna razón lo
ya hecho parece no funcionar bien para el propósito por el cual fue
hecho.
Es el prefijo de reforma y de las 3Rs. Y el de retroceso. El
de retirada. El de repetir. El de retornar. Hace antónimos progreso y
regreso. No lo quiero así en evolución y revolución.
Inventar o
errar. No podemos optar entre vencer o morir. Creación heroica. Tres
voces, un rumbo común: avanzar sin descanso. Avanzar por dentro para
hacernos dueños del futuro que vamos construyendo y desechar las
estructuras usadas antes de que se conviertan en lastre.
El estado,
los partidos, las ciudades, la escuela y la religión son fósiles de una
era. Vivimos dentro de ese cadáver jerárquico momificado dándole aliento
para que nuestra existencia parezca vida, mantenemos con nuestros
esfuerzos el pulso de ese parásito colectivo que es el sistema y el hoy
que tenemos.
Saltar a otra etapa es superar el miedo al cambio. Somos
los únicos protagonistas de la nueva obra, los que quemamos los puentes
al pasado sin temor a necesitarlo en el futuro en el que ese pasado
sobra.
Aterrizando en lo práctico, lo que necesitamos es radicalizar
los cambios para hacerlos irreversibles. El único chavismo real es - y
no es broma - el chavismo sin Chávez. Es decir, aquel que sobrevive al
recipiente corpóreo que lo produjo y trasciende como idea al futuro.
La
meta no es mitificar a un hombre, sino concentrar en su nombre las ideas
y las acciones por las que será recordado, y resulta que Hugo ya tiene
hoy el liderazgo y la orientación necesaria para que los cambios que
promueva en Venezuela trasciendan las fronteras de tiempo y espacio.
Pretender
que la estructura estatal de la cuarta sea vehículo de cambios
revolucionarios es una temeraria imprudencia: ese aparato tiene como
primera prioridad el asegurar su permanencia a costa de lo que sea.
Permitir
que los citadinos puedan alimentarse sin conocer - no digo tocar - la
tierra cultivada por los más útiles y menos reconocidos miembros de la
sociedad asegura que la artificialidad precaria de la vida urbana siga
siendo más importante que la soberanía aimentaria individual y
colectiva.
Anhelar que un partido que parece diseñado por adecos
pueda movilizar al hombre nuevo a defender "el proceso" ya demostró tres
veces ser ineficaz. Ni himno ni patrullas bastan.
Esperar que una
escuela diseñada para crear diferencias socio económicas produzca al
venezolano que lea a Mészáros en sus ratos libres colide con la realidad
de un sistema mundial que digitaliza y formatea la comunicación para
convertirnos en ceros y unos.
Entregar el manejo de las dudas
existenciales a un dogma cualquiera es una abdicación a la más pura
manifestación de nuestra condición humana.
¿Qué tal suena el servicio agrícola obligatorio? ¿El diseño industrial
con tecnologías e insumos artesanales propios para garantizar la
soberanía? ¿La protección de los derechos mentales de los niños
prohibiendo el bautismo y controlando la televisión hasta la mayoría de
edad? ¿Los tribunales populares comunales? ¿Las asambleas de base? ¿La
descongestión urbana? ¿La substitución y demolición masiva de viviendas
precarias combinando mano de obra local y proyectos agroecourbanísticos
de gran escala?
¿Qué tal si a ese elefante blanco que es Intevep lo
obligamos a investigar sobre energías alternativas baratas y accesibles,
y a las universidades sobre agricultura orgánica o la optimización de
un vehículo totalmente hecho en Venezuela y libre de accesorios
inútiles? ¿Cuánto tiempo más seguiremos basando nuestra economía en la
venta de petróleo, un veneno planetario a través del cual importamos
capitalismo? ¿Cuánto más grande necesita ser PDVSA antes de volver a
atacarnos? ¿Cuánto sindicalismo tolera la CVG? ¿Cuántas organizaciones
contrarias al proyecto de país son necesarias?
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Volviendo
ahora al análisis de la palabrita esa llena de buenas intenciones y que
requiere un manual de instrucciones para su traducción al lenguaje
popular, en especial para "los jóvenes de los barrios que no manifiestan
ningún interés por la política":
Lo relevante es que por tercera vez
una porción significativa de la población dejó de acudir a defender la
imagen que tiene del proceso. Parece que las estrategias del capital no
sirven para vender la revolución. El partido no moviliza en las áreas
que la exclusión ha segregado hacia la anarquía y la no pertenencia.
Chavismo
no es sinónimo de pobreza: otros serían los números si así fuese.
Chávez no es el líder automático de los barrios: satisfacer las
necesidades inmediatas por medio de la servidumbre, la droga o la
delincuencia construye por la fuerza y por la dinámica de la
supervivencia otros liderazgos sin esperanzas en ese submundo de pobreza
y exclusión tan necesario para el capitalismo.
Socavar las bases de un
modus vivendi que ha probado ser eficaz para acceder al capital que
fluye en las urbes tomará mucho tiempo, y más si el sistema sigue
alimentando las condiciones que lo sostienen promoviendo los valores
producidos por y para el capitalismo y el individualismo.
La
exclusión deja marcas: los surcos labrados por las experiencias vivas
del entorno inmediato siguen siendo los caminos más directos para
sobrevivir en el aquí y ahora.
En este escenario, los discursos y las
acciones deben ser sólidamente pragmáticas y serias. Las personas
curtidas por la necesidad no pueden perder tiempo en farándulas
electorales ni entregarse a defender un proyecto político si lo estiman
caprichoso o coyuntural. Más aún: simplemente no ayudan a ningún
aspirante a burócrata, es decir, un tipo diferente a ellos, un incluido,
a conseguir cargo, sueldo y poder y a alejarse más de ellos.
Franco Munini. muninifranco@gmail.com
sábado, 19 de mayo de 2012
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